Muchos artistas crean alrededor del mundo obras urbanas en 3D en puentes, aceras y paredes. Dibujan murales en las ciudades con diferentes materiales: tizas, pasteles, etc. Muchas veces al pasear por diferentes ciudades acabamos inmersos en las obras de muchos artistas, como esta obra de Erik Johansson, en Estocolmo. Parece que podemos precipitarnos al vacío al pasar por la plaza.
Con las obras en tres dimensiones el espectador es parte imprescindible de la obra, porque se convierte en parte de ella, siendo el protagonista o dándola significado, ya que si no hay sujeto en la obra no hay sensación de vértigo. No existe barrera entre el artista y su público, ya que ambos forman parte de la obra de forma activa.
El efecto se consigue deformando la imagen para que solo sea perceptible desde una perspectiva concreta. La técnica recibe el nombre de anamorfosis. El juego se realiza con la perspectiva y las sombras para conseguir el efecto de realidad y volumen.
La iniciativa de realizar obras de arte en las calles tiene su razón de ser para los artistas, que pretenden la democratización de las obras colocándolas en lugares accesibles para que toda la población pueda contemplarlas.
Claro está que las obras en la calle no duran eternamente por la lluvia, las pisadas.... Por ello pertenecen al momento, al lugar y a las personas que transitando en ese momento, por ese lugar pudieron disfrutarlas.
La obra se convierte en la expresión de un momento concreto e irrepetible.
El único límite es la imaginación de los artistas.
Fernando Ferrera.
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